Un obispo, Don Andrés Bravo de Salamanca, los compró y los regaló a la catedral de Sigüenza en diciembre de 1664.
Poco a poco, los tapices se sumieron en la oscuridad de los siglos y sus colores se marchitaron por el polvo.
Gracias a un grupo de entidades y personas entusiastas, la colección de tapices de Las Alegorías de Palas Atenea fueron restaurados el año pasado y ahora lucen esplendorosos.
En ellos la diosa Palas Atenea nos enseña que la paz favorece el bienestar de los Humanos, la felicidad no se alcanza porque las leyes ordenen que debemos ser felices, y el bienestar no se consigue con el dinero.