El automóvil contra el caballo (II)

Un interesante artículo publicado en la revista “Alrededor del Mundo”

Comparar un caballo con un automóvil es hoy en día un divertimento, pero no debes perderte el interesante artículo publicado en la revista “Alrededor del Mundo” el 20 de julio de 1913, que se titula ‘El automóvil contra el caballo’.

Si lo lees, seguro que lo percibes como un chiste muy gracioso, pero en realidad es un texto científico de la época que glosaba las ventajas de utilizar un camión automóvil de vapor sobre un camión tirado por dos caballos o mulas.

Comienza así: “Por triste que sea para los partidarios del caballo, el automovilismo sustituye rápidamente, en todos los terrenos, a la tracción animal”.

Los compara diciendo, “Un camión tirado por dos caballos o dos mulas cubre en un día un recorrido de veinte o treinta kilómetros; un camión automóvil, con carga de tres a cinco toneladas, recorre de sesenta a noventa kilómetros (diarios)”.

Enumera otras ventajas. Es importante el espacio que ocupa el combustible con relación a la paja y cebada que los animales consumen en un mes.

Compara también las potencias. El arrastre de 800.000 toneladas en un kilómetro y en un año exigirán cien camiones de a dos caballos; teóricamente, el mismo trabajo podrían hacerlo treinta y nueve camiones automóviles.

Pero la ventaja más destacada será la ventaja cultural. “Con ello (la sustitución de los animales por los automóviles), además, ganará mucho la cultura, porque desaparecerá uno de los grandes inconvenientes de la carretería: la mala lengua de los que a ella se dedican”.

Si no, ahí está el ejemplo de lo ocurrido en los tranvías (tirados por animales), cuyos mayorales, que no hablaban para animar al ganado sin que los viajeros tuvieran que taparse los oídos, han dejado paso, al establecer la tracción eléctrica, al conductor silencioso y educado.

Si alguna vez tenéis la oportunidad de escuchar a un arriero veterano conduciendo a un burro desobediente, aprenderéis en segundos todas las blasfemias e insultos obscenos que no constan en los diccionarios. Parece ser que los equinos no comprenden nuestro lenguaje, pero lo hacen perfectamente a un Humano desesperado que lanza juramentos.

No os perdáis la lectura del texto.

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