El Periódico de Barcelona publicó el pasado día 24 de julio un maravilloso artículo de la periodista Olga Merino que nos cuenta la leyenda de un perro que se llamaba Trotski, tal como la relata Jordi Vilalta, historiador vocacional y responsable del refugio antiaéreo de Sant Adrià de Besòs.
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Es un texto de tal calidad literaria y humana que es digno de leerse en todas las escuelas.
Resulta que durante la Guerra Civil la población de Sant Adrià de Besòs, llamada entonces Pla del Besós, se hallaba en la ruta de los aviones que, procedentes de Mallorca, bombardeaban las industrias y poblaciones catalanas.
Jordi nos cuenta que allí vivía un perro vagabundo al que llamaban Trotski.
Mucho antes de alertar los vigías sobre la presencia de aviones enemigos, Trotski ya los había descubierto y raudo recorría las calles del municipio ladrando incansablemente para avisar del peligro a los habitantes y permitirles ponerse a salvo en los refugios antiaéreos.
Terminada la guerra, Trotski fue adoptado por una pareja de ancianos que lo cuidaron y mimaron, a cuya muerte nuestro pastor alemán se negó a comer y tristemente murió.
Tal era el cariño que los habitantes de Sant Adrià de Besòs tenían por el perro que pidieron permiso al sacerdote para enterrarlo con sus amos en el cementerio, y allí es donde yace.
Así que cuando quieras tener un perro acércate primero a las perreras. Encontrarás perros callejeros, los más despiertos, cariñosos y agradecidos.
La vida de los perros en la calle es muy dura, y de las camadas abandonadas solamente los más listos y sanos sobreviven. Quizá no lleguen a ganar ningún concurso de belleza canina, pero el perro que retires de la protectora de animales será tu amigo más fiel hasta su muerte.