Para financiar las importantísimas inversiones que llevaba a cabo, MZA emitió ‘acciones’ (el tenedor de una acción posee una parte de la empresa y recoge beneficios si los hay), y muchas ‘obligaciones’ (la empresa se obliga a pagar unos intereses al inversor que la posea en cada momento).
En la imagen y en el PDF, encontrarás una «Obligación perpetua al portador» emitida el año 1878 por MZA. Perpetua significa que MZA jamás devolverá el dinero al inversor, pero pagará cada año los intereses convenidos, eternamente.
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Vemos que el primer inversor pagó por ella mil novecientos reales de vellón.
El documento es ‘al portador’. Ello quiere decir que esta obligación se puede comprar y vender, ceder o regalar. Lo importante es que MZA pagará al portador (poseedor) de este documento un interés anual de 57 reales de vellón.
Abajo el documento tenía muchos ‘cupones’ semestrales. El inversor cortaba el cupón y lo presentaba a la empresa a través de un banco y después cobraba el interés, o sea 28 reales y medio cada seis meses.
Fueron pasando los años y la obligación perpetua de MZA fue pasando de mano en mano, de padres a hijos y de hijos a nietos. Cuando se terminaron los cupones del documento matriz la administración de MZA le pagó cupones nuevos, que los portadores iban cortando cada seis meses.
La firma MZA se hizo muy potente. El año 1863 la línea de Madrid a Zaragoza llegó ya a Sigüenza, cuya estación llegó a tener gran importancia.
A principios del siglo XX se embarcaban en la estación de Sigüenza las 3.000 toneladas anuales de sal que producían las salinas de Imón y las de su comarca, amén de la importante producción cerealística de entonces.
También circulaban por Sigüenza los trenes de pasajeros y mercancías que unían Madrid con Barcelona.
MZA poseía entonces muchas líneas en explotación, que sumaban miles de kilómetros. El año 1935 transportó 26.200.000 pasajeros y 8.750.000 toneladas de mercancías.
Pero llegaron tiempos funestos.
El año 1936 los cupones de 28 reales y medio se hacían efectivos los días 1 de enero y 1 de julio de cada año.
Puedes comprobar que el último portador de esta obligación cortó y cobró el cupón del día 1 de julio de 1936.
El 18 de julio de 1936 estalló la Guerra Civil y ya nadie cobró el cupón del día 1 de enero de 1937. España estaba dividida en dos bandos, y las vías férreas y el material móvil eran objetivo de incesantes bombardeos. Cuando un ejército se retiraba, lo primero que hacía era volar los puentes y arrasar las vías. Los vagones y locomotoras que no podían llevar consigo eran destruidos para no ser utilizados por el enemigo.
El 3 de agosto de 1936 la compañía MZA fue nacionalizada en la Zona Republicana y convertida en la Red Nacional de Ferrocarriles. Terminada la Guerra Civil, fue creada la Red Nacional de los Ferrocarriles Españoles que conocemos como RENFE y MZA desapareció para siempre.
Esta obligación perpetua de MZA con sus tres cupones que jamás llegaron a cobrarse es otra reliquia histórica, ejemplo de los desastres que las guerras ocasionan. La riqueza de los pueblos se destruye y, ante todo, son muchos los desgraciados que mueren en vano.