Dice una vieja leyenda que hace miles de años esta náyade habitaba en las fuentes de los jardines colgantes de Babilonia. Alejandro Magno, cautivado por su belleza, la capturó y confinada en una pecera de oro puro se la llevó a Egipto.
Deberás esperar un tiempo hasta que Anita, nuestra narradora, te cuente el resto de la historia.
Si viajas a Miravet y te acercas a la orilla del río, quizá puedas verla. Pero no te confíes. Las náyades son feroces defensoras de los tesoros que las aguas albergan.