Estos pueblos procedían del sur de Rusia, y trajeron consigo el caballo, el perro de guerra, la rueda y el hierro.
Su tecnología era tan avanzada que primero dominaron el Oriente Medio, después gobernaron Egipto durante cien años y posteriormente se extendieron por toda Europa. Modernos estudios genéticos, demuestran que el 25% de los genes de los habitantes de la península ibérica proceden de aquel pueblo.
Estos perros molosos fueron adoptados por los pastores para defender sus rebaños de los osos y del temido lobo, ante el que eran provistos de una carlanca de afiladas púas con la que resultaban capaces de enfrentarse y ahuyentar a toda una manada.
El problema que tienen los perros gigantes, además de la cantidad de comida que devoran, es que cuanto mayores son más corta es su vida.
Su instinto protector de rebaños los hace especiales amigos de los niños. Basta hacer la prueba de gritar a un niño en su presencia, para conseguir que un perro moloso nos enseñe sus dientes.
No les tengáis miedo. Son conscientes de su brutal fortaleza y nunca usan la violencia. Una de sus caricias quizá os tumbe en el suelo o un lametón arruine un vestido, pero podéis dejarlos al cuidado de los niños, los pequeños no dudarán en tirarles de los morros o colgarse de sus orejas sin que se inmuten.
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